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LA LEGÍTIMA DEFENSA

La legítima defensa es un principio amparado en cualquier legislación penal del mundo civilizado. Es uno que consiste en el derecho de repeler un ataque cuando existe peligro inminente de la vulneración de un bien jurídico tutelado (la vida, la libertad, el patrimonio, la seguridad, la salud entre otros), ejerciendo justicia por mano propia.

Entrevistado por dos conocidos periodistas, el congresista José Cueto sobre un ataque de una turba de vándalos a su vivienda -así planteada expresamente la hipótesis- indica que defendería a su familia disparando a los atacantes. Obvia reacción y claro ejemplo de legítima defensa ante este tipo extremo de situaciones. Lo desconcertante sobreviene cuando los entrevistadores -ante tal respuesta- “formulan” dos absurdas objeciones (repreguntas le dicen, incontestables ambas)…no las consignaremos por ridículas.

Ocurre justo cuando acabamos de ver el caso del gobernador de Madre de Dios que tuvo que defenderse valientemente con un arma de fuego ante el intento de un grupo de miserables y cobardes que atacaron su residencia…con su familia adentro. Ni corto ni perezoso tomó su escopeta y se defendió, ejerciendo su legítima defensa ¿Pudo acabar con la vida de esos desadaptados? Por supuesto que sí, no ocurrió ello, pero el peligro no ha desaparecido… solo esperamos que tal inaceptable situación quede ahí.

Sí preocupa -y mucho- la pasmosa inacción de un Estado ausente para imponer el orden  preservando así la seguridad de los ciudadanos e impedir que nuestro país se convierta en el Far West norteamericano del siglo XIX y un periodismo francamente idiota que no entiende -o no quiere hacerlo- de qué se trata el tema. Todo el mundo tiene el derecho de defenderse como lo considere necesario ante el ataque de estas hordas que vienen aterrorizando a la población ante la indefensión de un Estado indolente ¿Estamos?