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¿Tenemos un intocable?

Solo en un país tan surrealista como el Perú de 2022 se puede discutir siquiera el absurdo absoluto que un presidente de la república no pueda afrontar investigaciones, acusaciones, procesos -y sentencias inclusive- por delitos cometidos que no sean esos ya famosos cuatro delitos que establece el artículo 117° de la Constitución, delitos por lo demás, salvo el de traición a la patria, conductas criminales de casi nula posibilidad de cometer. No hay manera que ningún constituyente haya pensado en un mandatario con tal nivel de inmunidad/impunidad cuasi divina para cometer cualquier clase de delito -incluidos los más aberrantes- y no ser tocado ni con el pétalo de una rosa en atención a esta norma que lo “blinda” tal y como si fuera prácticamente un faraón… es decir, un intocable.