Imposible no referirnos al reciente proceso municipal y regional. La precarización de la
política llevada al extremo y la lacerante constatación de la existencia de varios países
en uno solo: Lima y las regiones, nunca ha sido tan evidente esta diferencia. Ya sea por
el penoso trance que vivimos merced a una regionalización muy mal planteada y peor
desarrollada, como a una fallida reforma política que ha terminado por fraccionar y
debilitar lo poco que quedaba de institucionalidad política, con partidos nacionales
inexistentes y una serie de improvisados movimientos caudillistas que fungen de
verdaderos espacios feudales y mafiosos en las regiones.
En Lima, el conservador de derecha Rafael López Aliaga por Renovación Popular
derrotó -en unos comicios no exentos de ese suspenso que nos viene acompañando
hace varios años- a un despintado Daniel Urresti por un muy escaso margen (cerca de
1%) y a George Forsyth, ambos con inocultables vínculos con este desastre de
desgobierno de Perú Libre, el gran derrotado de esta justa electoral; digan lo que digan
los caviares y la izquierda.