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Argolla progre-caviar, derechosos cobardes… y Pedrito

Cuando uno asume una determinada posición política lo hace por convicción, por ello lo último que espera es el “reconocimiento” de quienes no comparten aquel punto de vista ideológico. Es decir, no se necesita la aprobación del enemigo o rival para pensar, opinar y actuar. Esta introducción obedece a que existe una derecha –cobarde y frívola– que pretende apropiarse de tal espacio político, pero con la aprobación y complacencia del sector progre/caviar. Una “derecha” que tilda de bruta y achorada a todos aquellos que no comparten sus puntos de vista melifluos y tibios y mira con cierto desdén a todo aquel que no forma parte de su “selecta” argollita intelectualoide.

Por cierto a todos aquellos que no encajan en el molde de derechista que debe ser asignado –naturalmente– por los sumos sacerdotes de la progresía o son expulsados del paraíso político-intelectual por profanos o son simple, sencilla y olímpicamente ignorados. Pertenecen a esta selecta casta política “oficial”: los izquierdistas “decentes”, centristas, progres, caviares y por supuesto para completar el círculo: derechistas a medida.

La abortada y ridícula “Coalición Ciudadana” fue el último intento –felizmente fallido– de formar un espacio “plural” de “diálogo político”. Naturalmente naufragó cuando se comprobó que era un conglomerado de puros zurdos de varios pelajes y pseudo derechistas, todos reciclados, que encima recibieron el portazo de entes gremiales empresariales, hoy felizmente alejados de posiciones que hace un tiempo equivocada y desconcertantemente abrazaron.

Pues bien, algunos no nos interesa en lo absoluto este reconocimiento y menos nos interesa ser aceptados por la argolla-progre/caviar, esa que vive presumiendo de una inexistente superioridad moral e intelectual. Que nos sigan llamando de todo, desde fachos (que ni saben lo que significa) hasta brutos y achorados. Total, uno es lo que es (valga la tautología), no lo que los demás piensan y dicen de uno… menos lo que viene de esa gente.


Solo terminaremos recordando al recientemente fallecido cantante, exitoso rockero e ídolo popular Pedro Suárez Vértiz, quien ha merecido muchos homenajes por su dilatada trayectoria musical y su incuestionable calidad personal, como también ácidas críticas y hasta cobardes insultos por sus opiniones sobre política y actualidad. Lo que la caviarada y ciertos derechosos cobardes jamás le perdonarán a Suárez Vértiz es que nunca cayó en la pose progre, tan común en la inmensa mayoría de artistas y gente relacionada a la cultura, ni tampoco en ese enfermizo y obsesivo antifujimorismo que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo al país. Aquejado por una grave enfermedad que lo alejó de los escenarios, opinó y escribió valiente y coherentemente lo que le dio la gana para urticaria de muchos y eso lo hizo un grande después de su faceta artística. Q. E. P. D. Pedrito.