«Se ha cumplido exactamente tres años que el Perú y el mundo se quedarían en shock. Un fiscal provincial adjunto, acompañado de un fuerte contingente policial y de una prensa ávida de escándalos judiciales, se apersonó a la casa del líder aprista Alan García con la intención de detenerlo. Eran las primeras horas de la mañana y nada hacía presagiar que lo que iba a ser una diligencia de rutina se convirtiera en un hecho que mostraría los horrores de una justicia politizada y encarnizada contra todo aquel considerado un enemigo del régimen de turno: el de Vizcarra.»
Artículo publicado en Expreso el 21de abril de 2022, Lima, Perú