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Presidente dé un paso al lado

Las nuevas pruebas y evidencias de sus negociados con el Estado, y de la recepción (mientras fue ministro) de millones de dólares provenientes de Odebrecht, a través de sus empresas y testaferros, son hechos imposibles de ocultar a estas alturas.

Si bien de nada de lo anterior se le puede acusar formalmente según nuestro ordenamiento legal y constitucional, resulta un imperativo moral que PPK dé un paso al costado: su situación es sencillamente insostenible e indefendible, digan lo que digan sus más enfervorizados simpatizantes y defensores de oficio. El presidente debe renunciar y lo debe hacer en aras de esa gobernabilidad que hace unos días pensamos que estaba en riesgo si era vacado. Hoy, él es el problema y el principal obstáculo para dicha gobernabilidad.

No se trata de izquierdas o derechas, o de grupos políticos. El país no debe pasar otra vez por el penoso trance del espectáculo que conlleva un proceso de vacancia a un mandatario. En 1972, Richard Nixon abrumado por las pruebas de su ilícito accionar, tuvo la grandeza de renunciar al cargo de presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, evitando así el proceso de impeachment (juicio político). Lo sucedió su vicepresidente Gerald Ford y no pasó nada… el mundo siguió dando vueltas.

Kuczynski debe renunciar y Martín Vizcarra sucederlo; es lo que le corresponde hacer al presidente para eludir el amargo trance de ser vacado. En la hipótesis de que ello no suceda, su permanencia como jefe del Estado estaría signada por una situación de extrema debilidad institucional. Vizcarra –un hombre sin tacha alguna– resulta a estas alturas una bocanada de aire fresco que le haría muy bien al país, hoy extremadamente polarizado y paralizado.

Publicado en Revista Gente el 19 de marzo de 2018, Lima Perú.