No suelo ocuparme de mis temas personales por este medio, sin embargo esta vez haré una excepción por tratarse de algo que estoy completamente seguro les debe pasar a todos: la desesperante burocracia en TODOS los estamentos e instituciones de nuestra sociedad. No voy a referirme a los procesos legales interminables que muchas personas tenemos que afrontar en cualquier condición frente a la justicia, NO (eso merecería un tratado de varios tomos). Tan solo haré una corta referencia a dos trámites administrativos simples y sencillos en dos entidades (una privada y otra publica) que demuestran la lenidad y la ausencia total de empatía de la gente que debe cumplir con diligencia sus labores ocasionando innecesarios perjuicios a los sufridos ciudadanos de a pie….”administrados” les dicen.
1. En el primer caso, afiliado al Colegio de Abogados de Lima al cumplir 60 años de edad y 30 años de aportaciones a dicha entidad automáticamente me correspondía una suma de dinero por concepto del Fondo de Retiro; un trámite sencillo y expeditivo que no debía durar más de un mes, duró ¡9 meses! Meses en los que hice miles de llamadas, fui al CAL, presenté cuanta carta pude, hable con todo mundo… al final -como un gran favor- cumplieron su obligación.
2. El segundo fue que habiendo pagado -con todo tipo de intereses- el integro de una deuda que tenía con la Municipalidad de Miraflores (predial y arbitrios de un año y medio de atraso) por un inmueble de mi propiedad cometí el infausto error de pagar un concepto que no correspondía pagar, lo que configuraba un pago indebido, uno que obviamente debe (y hablo en presente) ser devuelto por dicha entidad. Llevo ¡8 meses! intentando recuperar ese dinero (suma irrisoria por lo demás, pero ya convertida en una cruzada personal), una vez más: miles de llamadas, visitas infructuosas a la municipalidad, etc. etc. …y hasta la fecha: nada.
¿Se acuerdan de ese sketch “Bombita” de la extraordinaria comedia de humor negro argentina “Relatos Salvajes” de 2014? sí, ese mismo donde un desesperado ingeniero experto en explosivos (Ricardo Darín lo interpreta) hace estallar su vehículo frente a una dependencia pública que lo tenía cojudeando por una inocua multa de tránsito que termina arruinándole la vida y convirtiéndolo en un inesperado héroe popular…al final termina en la cárcel naturalmente. Nadie pretende emular tal conducta equivocada y además delictiva, pero díganme si no refleja la impotencia que sentimos muchos ante la indolencia y desapego de una manga de parásitos burócratas empeñados en hacerle la vida infeliz a todo aquel que tenga la desventura de caer en sus manos.