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Las benditas mascarillas

1. Si la excusa para seguir obligándonos a usar mascarillas es que no todos se han vacunado con las tres dosis (y agárrense… viene la cuarta), el tema es que el Estado ha sido tremendamente ineficiente para inocular a todas las personas que han querido vacunarse, pues NO pueden obligar a vacunarse a quien no lo quiere hacer. Es más, la misma ley de vacunación para el Covid 19 señala -y expresamente- que es voluntaria. Debo indicar que yo sí me he puesto las tres dosis, por propia voluntad, pero no me voy a poner la cuarta, ni la quinta…

2. Si la excusa para seguir obligándonos a usar mascarillas es la de evitar la propagación del virus porque no hay suficientes camas UCI u oxigeno o existencia de las mismas vacunas, pues peor…significa que al cabo de más de dos años de decretada la pandemia (marzo de 2020) las autoridades han sido tan ineptas o corruptas que no han podido prever esta contingencia hoy.

3. Si la excusa para seguir obligándonos a usar mascarillas o vacunarnos compulsivamente es que tanto esa mascarilla como la vacuna nos están protegiendo de un virus que está en el ambiente, pues entonces deberíamos usar mascarilla de por vida y en todo sitios y a toda hora ya que el virus de Covid-19 NO va a desaparecer. Y de paso vacunarnos contra todos los virus habidos y por haber.

A ver, como para brutos, ese virus y varios más han venido a quedarse PARA SIEMPRE, como tantos otros miles de virus y bacterias con los que convivimos a diario y que muchos de ellos son altamente contagiosos. No por ello vamos a vivir con un eterno miedo a contagiarnos de una enfermedad (el Covid en este caso) que hoy no es más que una gripe, perfectamente tratable. La pandemia tuvo su pico (con un pésimo manejo sanitario -y económico- en el Perú, cortesía del lagarto Vizcarra, dicho sea de paso) y sus tragedias. Ya va siendo hora de dejar esta especie de paranoia colectiva post pandémica.

Nota. Demás está decir que todos aquellos que vienen impidiendo la libre circulación de la gente en espacios públicos o privados, abiertos o cerrados bajo el pretexto que no tener mascarilla y no presentar el bendito carnet de una vacunación VOLUNTARIA están infringiendo flagrantemente la libertad de circulación de las personas, derecho fundamental consagrado en la Constitución. Solo en el desastre de republiqueta bananera en el que nos hemos convertido existe tal control abusivo y estúpido, que además no sirve de nada. Somos un país de borregos…en todo orden de cosas.