
El sábado 14 de noviembre de 2020 en medio de una violenta manifestación propiciada por los moraditos, la izquierda y alentada por la gran prensa venal que protestaba contra la justa y legítima vacancia de Martin Vizcarra y la constitucional asunción al poder de Manuel Merino ocurrió la muerte, hasta la fecha no esclarecida, de dos vándalos con antecedentes policiales: los jóvenes Inti y Bryan a quienes se les elevó incomprensiblemente a la calidad de “héroes del bicentenario” (sic).
Inmediatamente se activó una sucesión de hechos extraños para inculpar tan solo al presidente Merino, el premier Florez Araoz y al ministro del Interior Gastón Rodríguez de este crimen. Los tres no llegaban ni a los tres días de ejercicio completo de los cargos, pues renunciaron el mismo domingo 15 de noviembre. Sin embargo, este ensañamiento los persigue hasta el día de hoy.
Con inusual celeridad el Ministerio Público activó una denuncia penal contra ellos, la gran prensa irresponsablemente y de inmediato los señaló como autores del hecho criminal y la Municipalidad de Lima sospechosamente jamás mostró las imágenes de lo sucedido en su jurisdicción estableciendo un manto de duda sobre lo sucedido. El complot funcionó a la perfección. Ya tenían a “sus muertos” para imponer a su presidente….como que así ocurrió. A los pocos días Francisco Sagasti, producto de una absoluta minoría izquierdista asumiría el poder.
Hoy, cuando el Congreso acertadamente ha archivado la absurda denuncia política contra estos tres políticos, nuevamente el rojerío ha saltado hasta el techo para otra vez alzar su voz de protesta selectiva pretendiendo seguir con esta vendetta política. No importando que la fiscalía -en una errática línea de conducta- los haya denunciado primero por acción (ordenar la represión) y luego por omisión (no ordenar la misma represión).
En los videos e imágenes de aquella aciaga noche se puede apreciar nítida y claramente el artero ataque con armas hechizas y fuegos artificiales de los violentos manifestantes contra las fuerzas de orden que cautelaban los establecimientos públicos y privados. Ahí están registrados los destrozos ocasionados, las unidades policiales vandalizadas y las decenas de policías heridos. Nada, nada de eso importó, tan solo el inculpar a los políticos enemigos.
Apenas a los pocos días -en provincias- se sucedieron hechos de violencia donde también murieron jóvenes en represiones policiales, pero claro, ya estaba en el gobierno Sagasti y sus ministros, por tanto a ellos jamás los acusaron de nada. Con la izquierda nunca pasa nada: son intocables. Ahora se ha sumado a esta “cruzada” esa infame institución tan inútil para defender al pueblo como útil a los intereses de la caviarada como es la Defensoría del Pueblo para continuar con esta abyecta persecución política contra Merino y sus ministros. La indignación selectiva en todo su esplendor.
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