
Entre el 6 y el 7 de noviembre de 1985, un comando terrorista del M-19 comunista (elevados a la categoría de guerrilleros por la alcahuetería progre/caviar que domina el mundo) y en connivencia con uno de los más despiadados narcotraficantes de la historia universal, Pablo Escobar, tomó violentamente y por asalto el Palacio de Justicia ocasionando una de las peores tragedias que se recuerden en Colombia por esta criminal y asesina organización que mantuvo al vecino país en vilo por décadas, cometiendo todo tipo de horrores en su funesta y violenta historia.
Una “Comisión de la Verdad” (¿les suena?) terminó por involucrar casi al mismo nivel al entonces gobierno de Belisario Betancourt en los hechos, una de las típicas respuestas de la izquierda latinoamericana para diluir sus responsabilidades directas en este tipo de acciones terroristas. Esta acción del M-19 dejó 94 personas muertas y 11 desaparecidos.
El hoy candidato y reciente ganador de la primera vuelta Gustavo Petro, el “centro izquierdista” para sus simpatizantes actuales, purgaba una condena y estaba en la cárcel aquellos días por otros crímenes, pero formaba parte y era uno de los más notorios líderes de este movimiento terrorista. Hoy podría (esperemos que no) convertirse en el presidente de Colombia. Así de crudo es el tema. Digamos y de frente la verdad. Que nos engañen con la posverdad.