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Platón y perusalem

Hay congresistas, ministros y funcionarios de todo nivel (ni qué decir de expresidentes) cuyas conductas son simple y sencillamente indefendibles (delictivas o inmorales), las mismas que merecen nuestro más enérgico rechazo y condena. Imposible tapar el sol con un dedo, tenemos demasiados canallas y sinvergüenzas dedicados a desprestigiar con inusual dedicación la función pública, pero de allí a apoyar y aplaudir una sostenida campaña contra el Congreso en su totalidad (0,4% del presupuesto general de la república) y el gobierno -por lo que hace y no hace- dirigida por una prensa venal e irresponsable y que cuenta con la inestimable complicidad de un ejército de troles en las redes (la inmensa mayoría dedicada a insultar, mentir, exagerar, sino repetir refritos contra todos aquellos que no compartan sus ideas rojas/progres/caviares) hay un océano de distancia, siendo el único destino de esta penosa situación hundirnos más y más en el hoyo.

Si a todo ello le agregamos una clase alta y media frívola, inconsciente, supuestamente educada (incorrectamente asociada a la derecha), solo ocupada en lo suyo y absolutamente desinteresada de la política, salvo en épocas electorales (y a veces ni eso… recordamos la elección de 2021), pues no debería extrañarnos que nos encontramos dirigidos por una casta política -agregamos empresarial y académica- sumamente mediocre y vergonzante.
Ahora bien ¿No tenemos responsabilidad alguna como sociedad de lo que estamos viviendo… y sufriendo? Darle con bombo a los políticos suele ser un bálsamo para aplacar nuestra indignación… casi siempre, pero ¿Y qué hay de lo que hacemos o no los ciudadanos de a pie en el día a día por nuestro país? ¿Realmente nos involucramos por mejorar nuestra política, pues quienes están en ella ocupando cargos públicos -tanto por elección como por designación- no han venido de Júpiter? ¿No elegimos acaso a los presidentes, congresistas, autoridades regionales y locales nosotros mismos cada cierto tiempo?

¿No será momento que gente que vive objetando todo y a todo se atreva a intervenir desde cualquier trinchera: la electoral, la vecinal, la gremial, la de opinión, en fin… desde cualquier ámbito para intentar revertir nuestra desdichada vida política? ¿No será momento de actuar y abandonar la cómoda tribuna donde criticar por criticar se ha convertido en el deporte nacional por excelencia?

Por ello, nunca debemos cansarnos de repetir (machacar sería la palabra precisa) la muy conocida frase de un tal Platón que sigue siendo -2,500 años después- extremadamente oportuna y cierta: “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres” ¿No es lo que está pasando en Perusalem hoy? ¿Es este el país en el que queremos vivir? ¿Es esta la patria que pretendemos dejarles a nuestros hijos y -por qué no- a nuestros nietos?