El súbito y trágico fallecimiento del congresista Nano Guerra García en la localidad de Punta de Bombón-Arequipa como consecuencia de un infarto nos debería llamar a la reflexión por las circunstancias en la que ocurrió este fatal desenlace. Resulta absolutamente inaceptable e indignante que la posta médica a la que se recurrió para salvarle la vida se encontraba ¡cerrada! ¿Cómo así un establecimiento que es el primer y básico nivel de nuestro fallido sistema de salud tenga un horario de oficina estatal?
Hoy le tocó penosamente a un personaje público, un político en la plenitud de su vida sufrir esta indignante y vergonzosa desatención de un Estado irresponsable e indiferente que desprecia un derecho fundamental para todo ser humano como lo es el de tener un sistema de salud digno y eficiente, pero no olvidemos que todos los días los ciudadanos de a pie, sobre todo los más pobres, se encuentran con este tipo de tragedias día a día.
Y si bien la temprana desaparición de Guerra García ha merecido compresiblemente muestras de dolor por parte de sus amigos y simpatizantes, así como respeto por rivales leales, también ha mostrado lo peor de la condición humana en ciertos canallas que se han regodeado con su muerte…para esta lacra solo cabe sentir desprecio y pena por sus miserables y diminutas existencias.