
Ciertos personajes y representantes de ONG vienen opinando sobre la falta de legitimidad tanto en la elección de magistrados del Tribunal Constitucional (asunto oleado y sacramentado, pese a una absurda y ridícula invocación a la justicia supranacional, que absolutamente nada tiene que ver en el tema) como en la nueva conformación del consejo directivo de la SUNEDU. En lo que respecta al ente que supervisa las universidades, se viene gestando una iniciativa para recoger firmas con el propósito de iniciar una acción de inconstitucionalidad contra la ley aprobada por el Congreso.
No entendemos qué norma constitucional ha sido afectada por la referida ley, pero en estricto nada impide que esta acción se pueda presentar. Ahora bien, su destino natural debería ser la improcedencia. Por años la SUNEDU mantuvo un esquema de una supuesta meritocracia para la elección de sus miembros, cuando tal hecho era harto cuestionable, sobre todo por quien llevaba a cargo los procesos de selección; un ministerio de Educación profundamente ideologizado con corrientes progresistas.
El Congreso (verdadera representación popular nos guste o no) con todo el derecho que la norma constitucional le asiste decidió poner fin a esta dictadura de la educación universitaria, fallida además, habida cuenta de la existencia de universidades como la Cesar Vallejo -propiedad del inefable Cesar Acuña y licenciada por la SUNEDU- que regalan grados y títulos al por mayor. Coincidentemente esta norma salió al mismo tiempo que el escándalo del plagio de la tesis de maestría del presidente Castillo en dicha universidad. Sintomáticamente varios de los miembros de la bancada del partido político Alianza por el Progreso, cuyo líder es el mismo Acuña, votó contra la mencionada norma. Dicho sea de paso, el mismísimo presidente Castillo ha anunciado que observará la ley. Entonces no hace falta saber cuál verdaderamente es la calidad que se persigue regresando al anterior esquema directivo de la SUNEDU…digan lo que digan sus defensores.
Esta gente, que se entrevistan entre ellos mismos y se autoconvencen de tener la razón siempre, parece que esta vez el tiro les va a salir por la culata, pues si objetan al TC por considerarlo ilegítimo y conservador y además reniegan del Congreso, no vemos cómo aspiran a conseguir sus objetivos. Lo cierto y real es que un parlamento -acertado esta vez- hizo uso pleno de sus atribuciones y por amplias mayorías ha puesto las cosas en su sitio. Así decidió la nueva conformación de la SUNEDU y eligió finalmente al TC, pese al inaceptable chantaje emocional de estos grupos de presión, que con sus insoportables monsergas y cansinos discursos vacíos de contenido, pero llenos de una supuesta superioridad moral e intelectual -absolutamente inexistentes por lo demás- venían controlando la educación superior y la justicia constitucional en el Perú.